domingo, 30 de enero de 2011

Capítulo tres.

Desde que pasó lo de la biblioteca con Danny me invento excusas para no ir. Me da miedo verle y que me acorrale otra vez, tengo que decir que lo pasé bastante mal.
Veo cómo mi móvil se ilumina, otra vez Tom. Ya no sé qué decirle, qué excusa ponerle.

- ¿Diga?

- Dougie, ¿quedas hoy? - responde con voz ilusionada.

- Eh..¿para qué?

Que no diga la biblioteca, que no lo haga.

- No sé, podríamos dar una vuelta..ya sabes, tomar un café y hablar.

- Vale, dentro de..¿quince minutos? estoy en tu casa. - Contesto.

Tom se despide con un tono que denota alegría. Empiezo a creerme eso de que somos amigos, suena bastante convincente. Bueno, todo lo que dice él suena convincente.

Me dirijo hacia el armario y lo abro.
Sudaderas y más sudaderas, las amo. Decido ponerme la verde, hoy hace un buen día y seguro que me sienta bien.
Cuando por fin estoy listo, salgo de casa medio corriendo, tengo menos de tres minutos para llegar, y Tom odia la impuntualidad. La odia tanto, que cuando llego a su puerta ya está ahí esperándome, sonriente como siempre.

- ¡Hola! - medio grito levantando la mano.

- Eh, qué feliz te veo - dice sonriendo.

- Bueno..sin respiración diría yo - respiro y continuo - Tom, ¿cómo haces para estar sonriendo siempre? No encuentro respuesta.

- No sé, soy feliz. La vida dura muy poco Dougie, y no hay tiempo para llorar.

Qué filosófico.

- Sí, supongo que tienes razón - sonreí.

Nos ponemos en camino hacia algún lado, supongo que a la cafetería más cercana. Durante el recorrido, voy pensando en lo que Tom ha dicho minutos antes, y la verdad es que suena muy bien. Pero claro, él lo tiene todo, ¿cómo no va a ser feliz? Familia, estudios y amigos. Así todo el mundo puede ser feliz.
Voy muy sumido en mis pensamientos cuando Tom me interrumpe.

- ¡Dougie, Dougie! - dice pasando una mano por delante de mis ojos.

- Perdona, ¿qué?

- Que si te gusta esta cafetería.

Me señala el local y asiento. No sé cuál es, pero no me importa.
Entramos y empiezo con mi análisis diario: chicas y más chicas. ¿Qué tipo de cafetería es ésta? Todas tienen portátiles y cosas por el estilo, al parecer el local tiene wi-fi.
Miro más al fondo en un intento de encontrar otra cosa que no sean cabezas con pelo largo y veo a un grupo. Es un grupo grande, de unas diez personas. Están sentados al lado de la única mesa que hay libre, en la que teóricamente nos tendremos que sentar Tom y yo.
Parecen estar divirtiéndose, porque se ríen bastante alto. Sobre todo uno de ellos, que parece tener la risa más escandalosa del mundo. No sé quién es, pero ya le odio. Odio la gente que ríe demasiado alto y por mucho tiempo, me ponen nervioso.
Cuando me fijo un poco más para ver quién se ríe así, lo veo. No puede ser, él no, por favor. ¿Dónde se habrá metido mi buena suerte?

- Doug, ¿tú qué quieres? - me pregunta Tom.

- Em..no sé, me da igual. Café normal, con mucha azúcar.

Cinco minutos después, caminamos hacia la mesa libre. Empiezo a ponerme nervioso, y Tom lo nota.

- ¿Te pasa algo? - dice preocupado.

- No..es solo que.. - miro hacia la mesa donde está él, y Tom parece entenderlo.

- ¡Anda, ese es Danny! Y está con Harry.

- No sabía que fueran amigos. - digo bajito.

- Yo tampoco, pensaba que Harry merecía más la pena..bah.

Al parecer, Tom se ha decepcionado.
Muchas veces me ha estado contando lo mucho que admiraba a Harry en secreto. Le parecía una gran persona, con un corazón enorme..nulo para los estudios, pero hecho para sobrevivir.
Por eso no podía entender qué hacía con Danny, cuando Danny no tenía remedio.

- A lo mejor solo tienen amigos en común. - le digo.

- Sí..puede que tengas razón.

- Pero si no estás cómodo nos vamos.

Espero su respuesta como quien espera un billete de cincuenta euros.

- Nono, si no me molesta ni nada. - responde.

Mierda mierda mierda.

Comenzamos a hablar y poco a poco me voy olvidando de quién está en la mesa de al lado. Me olvido hasta que veo de reojo que una silueta se mueve hacia nuestra mesa.

Que no sea él, que no lo sea. Oh, menos mal.

Harry nos mira inquietante. Tom les devuelve la mirada, y yo me limito a agarrar mi café con mucha fuerza. Seguro que no viene para nada bueno.

- ¿Quieres algo? - pregunta Tom muy educado.

- Sí. Bueno no, yo no. Es Danny el que quiere algo contigo. - dice mirándome.

Yo me sonrojo y le muestro la mueca más extraña que se me pasa por la cabeza.

- ¿Qué? - pregunto.

- Mira, me ha dicho que te de esta nota.

Me tiende una servilleta y tras mucho dudar, la cojo. La desenvuelvo con dificultad y veo algo escrito: Qué mona eres, rubia. Pareces una princesita.

Mis ojos empiezan a llenarse de lágrimas, y Tom me quita el papel para verlo.

- Pregúntale a tu amigo Danny que si es tonto o se lo hace. - dice Tom muy serio.

- Eh eh, que solo le ha echado un piropo. - contesta Harry sonriendo maliciosamente y alejándose mientras me guiña un ojo.

Cuando llega a la mesa, todos se ríen escandalosamente mientras me miran.
Quiero llorar, ahora. Necesito irme o voy a explotar allí dentro y será mucho peor.

- Dougie, vámonos. - me dice Tom levantándose - No merece la pena.

Nos levantamos y Tom echa una mirada de desprecio hacia su mesa. Yo ni si quiera miro, no quiero que vean que estoy a punto de echarme a llorar.
Cuando salimos, puedo ver desde el cristal a Danny riéndose. Ahora ya sé qué tipo de persona es, y desde luego, no es del tipo que me agrada.

Gracias por hacer que la pesadilla no termine, pecoso.

sábado, 29 de enero de 2011

Capítulo dos.

Ya ha pasado una semana desde que conocí a Tom, el chico de la biblioteca.
Me ha estado contando que tiene dieciocho años, se apellida Fletcher, tiene una hermana pequeña, le encanta comer y ama la música por encima de todo.
Yo he hecho lo mismo, también le he contado cosas insignificantes de mi vida, solo coincidimos en una: amamos la música por encima de todo. Bueno, y en lo de la hermana pequeña..pero eso no me interesa. Me gusta mucho saber que puedo llegar a tener algo parecido a un amigo, alguien que no te mire raro ni te juzgue. La verdad que es una sensación maravillosa.

Voy camino a casa de Tom, desde que hemos descubierto que él vive cuatro casas más abajo, vamos juntos a la biblioteca o al Starbucks. Eso de no tener que ir a la biblioteca solo es reconfortante, ya no tengo que sumergirme en mis cascos durante todo el camino.
Después de unos cinco minutos pensando en el tema de conversación de hoy, llamo al timbre.
Me abre una niña rubia, con muchos rizos y una sonrisa bastante acogedora. Supongo que es la hermana de Tom.

- Eh..hola, ¿está Tom? - pregunto inseguro.

- ¡Sí! ¡Toooooooom, hay un amigo tuyo aquí!

Un amigo tuyo. ¿Estás segura?

- Pasa si quieres - me dice sonriendo.

- Claro, gracias.

Le devuelvo la sonrisa y entro por no quedar mal.
Lo cierto es que no me gusta entrar en casas desconocidas. No por miedo, sino por vergüenza. Siempre pienso que con lo patoso que soy, seguramente chocaré con algo, lo romperé y así es imposible caerle bien a nadie.

Inseguridad, qué asco.

Poco tiempo después Tom baja las escaleras con una gran sonrisa, como siempre.

- ¡Dougie! Lo siento por hacerte esperar, estaba ordenando una cosa.

- No, no importa.

- Bueno..¿vamos? - se dirige a su hermana y le dice - Enana, pórtate bien que voy a la biblioteca.

Su hermana asiente y él se acerca a achucharla. Es una imagen bastante conmovedora.
Salimos y ya me siento un poco más liberado. Ahora si mi torpeza actua, lo único que puede pasar es que me tropiece con algo y caiga al suelo. Nada más.

- ¿Carrie te ha dicho algo? - me pregunta Tom.

- ¡No! Me ha caído muy bien, es muy mona.

Tom ríe, y no sabría decir si conmigo o de mí.
La última vez que dije "es muy mona" acabé con los calzoncillos de sombrero, y no fue precisamente agradable.

Idiota. Es muy mona lo dicen las nenas, no tú.

Estamos todo el camino en silencio. Tom sonríe a todo el mundo que pasa, y yo miro al suelo. Pienso en si realmente le caeré bien a Tom. Quizás piensa que soy idiota pero como es tan educado no quiere decirme nada. Seguramente le pase eso.

Entramos y nos sentamos donde siempre.
Miro por todas partes, y lo veo. Otra vez sentado, como cada día, haciendo lo mismo que siempre. Es increíble que el tal Danny no haga otra cosa que estar castigado. Bueno, nadie me ha dicho que está castigado..pero yo lo supongo, porque si viniera a leer, sacaría algún libro.

Veo como Tom saca de la mochila el siguiente libro de su amada saga de Harry Potter y se pone sus gafas. Tom con gafas es bastante gracioso, parece más responsable de lo que ya es.

- Tom, ¿puedo preguntarte algo? - le digo susurrando.

Él asiente a modo de respuesta.

- Yo..¿te caigo bien?

Bajo la mirada por miedo a tener que ver su cara de apuro.

- ¿Eres tonto? Dougie, me paso las horas muertas contigo..¿cómo no me vas a caer bien? - dice rechistando.

Yo le miro y sonrío. Agradezco tener a alguien como Tom a mi lado, es una persona demasiado increíble.

- No sé, a lo mejor no me lo querías decir..bah, tonterías mías.

Tom niega con la cabeza y sigue sumergido en su libro. Abro mi mochila para coger el mío y..perfecto, no está.

No me lo puedo creer Dougie, eres tonto. Ahora tienes que coger uno de aquí.

Me levanto resoplando y voy hacia las estanterías.
En el camino veo como la bibliotecaria me mira mal, creo que no soy de su agrado. Los demás siguen con sus libros, todos menos él, menos Danny. Cuando paso por su lado me mira fijamente a los ojos, y un escalofrío recorre mi espalda.

Pasa rápido, pasa rápido. 

Paso lo más rápido posible y veo de reojo como se levanta de su asiento y va en la misma dirección que yo. Me da miedo.

Eh, tranquilo. Es solo un chico que va a coger un libro..respira.

Me paro en la última estantería y miro hacia la izquierda.

- Rubito, ¿eres nuevo? - me pregunta.

- N-n-no. Vengo todos los días..

- Ah. Pero, no estás en mi colegio, ¿no?

- No, e-estoy en el de-e-el cen-n-ntro.

Danny ríe, y puedo asegurar que se ríe de mí. Parezco tonto cuando tartamudeo.
Se acerca un poco quedándose detrás mía y me giro para ver qué hace. Cuando pienso que se va a ir, me acorrala contra la estantería poniendo sus brazos a cada lado de mi cabeza. Ahora sí que tengo miedo.

- ¿Q-q-qué haces? - pregunto tragando saliva.

- ¿Qué pasa, que eres marica y te gusto? Tranquilo, no es la primera vez.

Abro mucho los ojos y expreso una mueca de asco.

- No, pasa que sentir tus lentejosas manos cerca y tu cara de idiota a dos centímetros me deja un poco..no sé, asqueado.

Me safo de sus brazos y salgo lo más rápido posible de allí. No sé cómo he sido capaz de decirle eso, y encima sin tartamudear.
Me acerco a Tom rápidamente y me invento una excusa:

- Oye Tom, me tengo que ir..mi madre me ha llamado, dice que me necesita.

- Vale vale, no importa. ¡Mañana nos vemos, adiós! - dice sonriendo.

Salgo casi corriendo de la biblioteca y respiro aire puro. Me pongo los cascos y me sumerjo en Blink, aunque ese jodido Danny no me deja concentrarme en la canción.
Danny es guapo. Danny es alto. Danny tiene una bonita sonrisa. Danny tiene pecas que le hacen atractivo, pero Danny es un capullo.

Danny da asco.

Capítulo uno.

Hoy, como cada día, salgo de mi casa camino a la biblioteca.
Desde que tengo uso de razón y ningún amigo, es a lo que dedico mis tardes aburridas. Ultimamente siempre están allí algunos alumnos del colegio de al lado, supongo que castigados.

Entro silenciosamente y examino a cada persona.
Una de mis manías es esa. Mirar cada detalle. En todo.
Me gusta ver lo que nadie ve. Sentir a primera vista lo que nadie siente. Saber cómo son las personas mucho antes de conocerlas.

En el centro de la sala hay una gran mesa rectangular rodeada de cinco o seis personas.
A la derecha hay tres chicas que serán más o menos de mi edad. Una bastante guapa, las demás como diría mi padre 'no aptas para echarles alpiste'.

Mi padre. Mi padre es un cabrón, pero eso no viene a cuento.

La primera, rubia, se mira en el espejo mientras se pinta los labios.
Seguramente para la mayoría de los tíos esa sería la guapa, pero habría que verla recién levantada y con un moño. Ahí se sabría si es guapa.
Las otras dos son castañas claras, y parecen bastante aburridas. A decir verdad, ni si quiera tienen los libros abiertos, así que debo suponer que las han castigado por hacer alguna chorrada.
A la izquierda hay un chico rubio, por lo que veo diría que alto. Mira atentamente su libro y se coloca sus gafas negras de pasta muy serio. Parece que ha venido para estudiar, quizás leer.
Al fondo hay otras dos personas más, pero decido no mirarlas. Me interesa el chico rubio, parece buena persona.

Me siento al lado y saco mi libro de Blink.
Vale, no es el mejor libro para leer en una biblioteca, pero a mí me gusta. Me gusta mucho.
Veo como el chico rubio no se mueve, es como si no se hubiera percatado de mi presencia.
Bah, estoy acostumbrado. Hace años que nadie se percata de que existo, no me va a afectar que el chico de la biblioteca no me vea.
Miro de reojo su libro.
¿Harry Potter?

Mierda. Creo que eso lo he dicho en voz alta.

- Eh..sí, es Harry Potter - dice sonriente. - Soy Tom.

Me tiende su mano y yo no la rechazo.
Le devuelvo la sonrisa, aunque a mí no me sale ningún hoyuelo.
Es gracioso como le sale ese pequeño hueco en la mejilla. Solo uno.

- Yo soy Dougie.

- ¿Blink? ¡Yo he ido a un concierto de ellos!

Sí venga, será broma. Será erreuterw.

- ¿Enserio? - pregunto abriendo mucho los ojos.

- Sí. No me gustan mucho pero fui por un amigo. Por lo que veo a ti sí te gustan.

Asiento.
Asiento aunque me gustaría contarle toda la historia.
Me gustaría decirle que Blink es mi grupo favorito. Que me encanta. Que me flipa. Que me motiva muchísimo.
Me gustaría que supiera cada libro, revista o póster que tengo de ellos en mi habitación. Decirle que Tom DeLonge es un dios para mí. Que quiero ser bajista como Mark Hoppus y que Travis Landon es jodidamente increíble.
Pero me limito a asentir con una estúpida sonrisa.

- Pues deberías de ir a algún concierto, te lo pasarías genial.

Claro, como si fuera tan fácil. Ir a un concierto solo. Yuhu.

- Espero cumplir ese deseo algún día..

- ¡Seguro que sí! ¿A ningún amigo tuyo le gusta?

Amigos. Bonita y cruel palabra.
Bueno espera, ¿amigos? ¿Qué significa eso? Yo solo he tenido un amigo y me dejó. De un día para otro sin decirme nada. Porque claro, siempre se está mejor con los populares que con el rarito.

- Bueno, yo.. - trago saliva - ellos no tienen los mismos gustos musicales.

Miento.
Miento por vergüenza a admitir que estoy solo. Muy solo. Puede que demasiado.

- Jo.. - hace pucheritos y río. - Y..¿eres del colegio de al lado? Nunca te he visto

- No, soy del que está al lado de la plaza del centro. ¿Tú?

- Yo sí. Bueno, yo y todos los que estamos aquí haha

Qué bien, soy el raro hasta en eso.

- ¿Los conoces a todos? - le digo pasando la vista por las personas que hay.

- Sí. Mira, esas tres chicas son las populares. Ya sabes..nada interesante.

¿Nada interesante? ¿Ha dicho nada interesante? Me cae bien.

- El chico del fondo es Harry. Nunca he hablado con él, pero parece buen chico.

Lo miro y puedo ver como tiene un lápiz metido en la boca y se apoya en la mesa quedándose dormido sobre su mano.
Posiblemente un caso perdido.

- Y el que está dos sitios más a la derecha, es Danny.

Me fijo y está mirando al techo.
No sé si está pensando o cuenta las moscas. Aunque podría acertar que la segunda.
Miro un poco más y puedo ver pecas. Está lleno de pecas por todos lados. Parece un plato de lentejas.

- Wow, solo veo pecas..

- Todo lo que tiene de pecas le falta de inteligencia.

Tom pone una cara de indiferencia y yo sonrío.
Ese comentario ha tenido gracia. Ha tenido gracia porque parece que lleva razón. Ese tal..¿Danny? No hace más que mirar al techo y dar golpecitos con sus pecosos y grandes dedos.

- Pobrecito. - digo sonriendo.

- Creeme que no. No sé por qué tiene cabeza. Quiero decir, no la usa..

Y río.
Podría decir que río demasiado alto para estar en una biblioteca.
Confirmo que he hecho demasiado ruido cuando la bibliotecaria me manda a callar con cara de asco.

Tom me mira y dice:

- ¿Vienes al Starbucks y hablamos allí sin que nadie te calle?

Asiento y recogemos las cosas.
Definitivamente este chico me cae bastante bien.